Supogo que la cosecha de este año va a ser de órdago.
Un invierno soleado y no muy frío, llúvias en primavera como no se recuerdan en décadas, nuevas leyes europeas para ampliar la superficie cultivada y una demanda muy alta.
Eso debería tirar los precios hacia abajo de forma notoria.
Me pregunto que dirán los distribuidores ahora. Seguramente pagarán menos a los agricultores (la cosecha es muy buena, hay mucha oferta de fruta y cereales, etc.) pero al consumidor le cobrarán una pasta (granizó en Alpedrete y afectó a las cepas de la uva, fíjense cómo esá el petróleo, etc.).
Veremos, pero el poder que han alcanzado los centros comerciales y las distribuidoras es tan grande que ya parecen capaces de mojarle las barbas al incluso al Gobierno.
Veremos cuando se las cortan.
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