Una reciente polémica en las listas de correo Esencia y LCJR (tan reciente que todavía estamos curándonos las heridas) ha sacado a colación la falta de profesionalidad que en algunas ocasiones ha perjudicado al mundo del rol.
No entraré en la polémica otra vez, pero como comenta mi amigo Kano en su blog, es una cuestión de confianza.
Y me he dicho, voy a comentar algo sobre la confianza en las empresas de rol en alguno de mis blogs. Y me he dicho, diablos, esto bien merece estar en varios de ellos, así que perdonad si aparece en varios (lo cual es costumbre en mí).
Bien, la idea básica es que no se puede empezar un proyecto de rol sin saber donde se va a meter uno.
He visto mercados chungos (por mi trabajo y mi obsesión por aprender he estado en un buen puñado de empresas y puestos), pero el del rol es uno de los más duros que he visto nunca.
Un mercado pequeño, muy cerrado, donde incluso las grandes empresas se meten la torta al más mínimo fallo. Y una torta en esto puede significar cerrar la empresa.
Tanto es así que las mayores de ellas suelen abandonar el mundo del rol para dedicarse a sacar libros de fantasía, cienci-ficción o juegos de tablero.
Por otro lado, la afición rolera es muy, muy combativa y exigente.
Sin embargo, también es una de las más fieles si consigues llegarles. Son del tipo de gente que lo mismo te hace una web de tu juego por la cara, o te crean un foro, o una lista de correo o un anillo de blogs.
Si lo haces bien, vas de frente y te lo curras, contarás con una buena publicidad.
El problema no es tanto cuestión de profesionalidad, pues hay un buen montón de editoriales menores que llevan años currándoselo, como Nosolorol o Sombra, y que han demostrado que pueden hacerle sombra incluso a las grandes multinacionales.
El problema tampoco es que haya editores independientes, semiaficionados, o aficionados lanzados a editar, que perjudiquen la industria. En todos los mercados existen.
Algunos publicarán su juego y se darán por satisfechos, otros se hundirán al hacer una apuesta arriesgada muy buena pero que no enganche, y uno de cada diez o veinte llegará a durar unos años y quizás monte algo más grande.
El problema, a mi modo de ver, es la falta de demanda. Si no hay clientes suficientes, debe haber una gran masa de potenciales clientes. Y en el rol existen, a ver, diseños impactantes, juegos que van de lo ridículamente sencillo a los espantosamente complicados, mundos para todos los gustos, figuras de diseños espectaculares, lo que queramos. En los tiempos que corren deberían estar arrasando.
El problema es que no hemos sido capaces de dar con el modo de hacérselo ver a toda esa gente. No hemos sabido, empresarialmente, salir de nuestro círculo, mostrar las virtudes de una afición de grupo que une y divierte como pocas.
Y claro, nos vamos limitando, y nos vamos encogiendo. Y las empresas dejan de confiar en el mercado, y en que este pueda dar los beneficios necesarios para justificar la inversión.
Y pasa como con el antaño gigante del rol, La Factoría de Ideas, que deja de sacar productos de calidad, porque los libros le dan muchísimo más dinero, y en lugar de emplear parte de ese dinero en subvencionar un tiempo las actividades de rol, y que el mercado levante cabeza, lo abandona. Llegando incluso a paralizar licencias por las que otros editores darían lo que fuese.
Un mundillo jodido, lleno de ambición, pero también de grandes propuestas de ocio y diversión. Se puede ganar dinero, lo sé porque lo he visto.
Bien con una tienda, una editorial, escribiendo, dibujando, con una distribuidora, una tienda virtual o un blog con publicidad, pero para que esto de dinero de verdad, necesitamos ser mucho más profesionales.
Y vendernos mejor, porque todo lo demás lo tenemos.
Sólo falta la confianza.
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