domingo, 22 de febrero de 2009

El libro de los susurros

- Ceja tus empeños, joven bibliotecario – le decía la voz de su maestro muerto.

Agnus Johanson sabía que no era real, que la voz recriminatoria que le reprendía era fruto de su imaginación, o de su miedo, pero casi podía oír la voz siseante del que durante sus años de aprendizaje había ido su mentor.

Esa misma voz que le había hecho jurar, con un hilo de fuerza, y en su lecho de muerte, que continuaría la labor de su Orden. Una Orden que ahora se componía sólo de él.

Quizás movido por la pena, o por un sentido del deber que tal vez al final le había conseguido inculcar, Agnus había asentido y jurado dedicar su vida a recopilar los saberes perdidos. Los saberes muertos, los llamaba su fallecido mentor.

Así, durante años, el ya no tan joven bibliotecario había recorrido los anaqueles, estantes, ruinas, castillos y templos que muchos habían olvidado, o que consideraban meras ruinas saqueadas.

Quizás por su fino olfato, o más probablemente por las enseñanzas recibidas, Agnus conseguía sacar petrólelo de donde no parecía haberlo.

Muchas eran las órdenes secretas, los culos paganos, los coleccionistas celosos de su riqueza, medida en manuscritos, volúmenes incunables, primeras ediciones y demás fuentes de sabiduría pagana y ultraterrena. Y muchos habían sido a lo largo de la historia los escondites usados para guardar sus obras de referencia, así como para practicar sus ritos.

Templarios, Cainitas, brujos y nobles vendidos al maligno habían poblado castillos, y dejado en ellos sus escritos y sus historias.

Agnus los había perseguido y recopilado con dedicación ejemplar, y su maestro habría estado orgulloso de los logros de su pupilo, de haber estado vivo.

- No pases por ahí, ¿no recuerdas nada de lo que te enseñé? – repiqueteó la voz del maestro, la forma que había tomado su conciencia y su subconsciente para recordarle que a veces, un poco de prudencia no estaba de más.

El tono recriminador había dejado paso a un ligero temblor en la voz, lo que le indicaba que quizás no estaba tan seguro de lo que iba a hacer como pensaba en un principio.

Agnus había seguido la pista de un viejo tomo pagano, que adoraba a unos seres primigenios y arcanos, y cuya antigüedad databa de principios de la civilización humana.

Nada extraño por otro lado, si no fuese porque después de tantos miles de años, Agnus había la pista de su paradero encontrado en un lugar que parecía haber sido recientemente usado en una especie de misa macabra.

En la cueva, a la que sólo se podía acceder buceando por debajo de las rocas de la escarpada costa irlandesa, un siniestro altar yacía a los pies de la estatua de un ser de aspecto aterrador, y tamaño colosal. Una criatura flanqueada por otros dos seres alienígenas y que parecía fiar directamente la vista en cada punto de la sala.

Los apéndices similares a tentáculos, y los rostros desprovistos de rasgos humanos le convencieron de la importancia de ese culto pagano, que quizás databa de los tiempos de los primeros chamanes de las islas esmeralda.

El altar, de piedra caliza, aparecía desgastado en el centro, formando una pequeña cavidad en la que se acumulaba un pequeño charco de sangre que, esperaba, fuese de animal.

Los rostros, por así llamarlos, de las tres figuras que le observaban, parecía mirar anhelantes al bibliotecario, y la luz resbalaba sobre ellos dándoles el aspecto de estar vivos.

Las olas que batían contra la parte exterior de la caverna que guardaba el milenario altar tampoco contribuían a darle un aire tranquilizador a todo el conjunto.

El batir de las olas repicaba como tambores en la lejanía, y Agnus, con prisa por primera vez en su vida, recorrió toda la caverna en busca de algo que su olfato considerase interesante.

No fue hasta que encontró el pozo de agua dulce y la tela desgarrada que recogió del suelo en sus cercanías, que sintió que de nuevo estaba sobre la pista.

Con temor, Agnus se asomó al cristalino pozo de aguas claras, que parecía irradiar una luz espectral desde su interior, pero no pudo ver el fondo.

Contempló como las escarpadas paredes descendían metros, y metros, y metros, hasta parecer sumergirse más profundo de lo que hubiese creído en un principio.

Al final, a pesar de la luz, parecía que el pozo se sumergía en profundidades ignotas, y el bibliotecario se preguntó si algún buzo se atrevería a entrar ahí abajo, y que encontraría.

El rastro de sangre seca que parecía partir del alta de piedra y llegar hasta el borde del pozo, casi oculto por la negra roca del suelo y la pared de la cueva, le daba una ligera pista de lo que habría allí abajo.

Un susurro de viento hizo que le recorriese un escalofrío, y pronto se percató de que allí no debería haber la más mínima brisa.

Inquieto, francamente asustado más bien, se sumergió de nuevo en las aguas del mar y buceó fuera de la caverna con el trozo de tela que había encontrado como única prueba de las extrañas e inquietantes maravillas que había visto.

Continuará…

domingo, 15 de febrero de 2009

Sobre ciertos dueños de perros

Poca gente me parece mas egoista qué los dueños de perros qué no se preocupan de lo qué hacen sus mascotas/compañeros.

Dejan los excrementos de sus mascotas por doquier, permiten qué asusten a la gente con sus ladridos o qué. Olisqueen a niños pequeños.

Muchos ni les vacunan (hoy he visto en Getafe a dos perros sin la corresponfiente chapa y lo qué es peor delante de la policía que pasa de controlar esto, o que no puede hacerlo).

Mientras, los demás tenemos qué seguir soportando la insolidaridad de sus de estas personas que se dicen amantes de los animales, pero que no parece muy preocupados de la imagen que dan del mejor amigo del hombre.

viernes, 6 de febrero de 2009

La gente está cansada

La gente está cansada, de tanta crisis y tanta tontería.

Y se nota.

Se nota en el aire, en las empresas y hasta en las cartas de los periódicos.

En mi comunidad, en la Comunidad de Madrid, la gente está especialmente cansada de la forma es Gobernar.

No es que todos piensen que el Gobierno de la comunidad sea malo, hay muchos votantes del PP qué todavía creen en ese partido, y eso les honra. Siempre hay que respetar las ideas de los demás si ellos respetan las tuyas.

Pero cuando hablas con ellos escuchas cosas, quejas que van dirigidas a la Sanidad, a la Educacion, a los transportes, a los servicios públicos y a la privatización de estos.

Me pregunto cuanto tardará está gente en relacionar estos fallos de gestión con el modelo liberal que defiende el Gobierno de la Comunidad a capa y espada, y en contra de lo que ha demostrado la realidad.

Porque los votantes del PP siempre se han erigido como defensores de valores tradicionales, y eso, como he dicho, lo respeto, pues es una elección personal entre formas de ver la vida.

Lo que ya no puedo compartir es la visión egoísta y egocéntrica que defiende el ala mas extremista de la derecha. No puedo compartir un mundo sin valores, o mejor dicho, cuyo único valor es la adoración de uno mismo y del dinero.

No no esganiemos, o mejor dicho, seniores que votan PP, no se dejen enganiar. El amor al dinero y a uno mismo que predican los “teólogos” del neoliberalismo está tan alejado de los valores religiosos, familiares y tradicionales como de la solidaridad, la igualdad y la responsabilidad social que defendemos.

Ese sentimiento egosta que lleva a despedir trabajadores para aumentar beneficios igual que a estafar a las grandes fortunas del mundo, sin miedo a las consecuencias, es contrario a todo lo que defienden las ideas tradicionales de izquierda o derecha.

“Eso”, no se me ocurre mejor calificativo, no es ideología.

Es ser un bastardo egoista. Y son ellos los que han creado la crisis esparciendo sus sucias y erradas ideas por el mundo, y consiguiendo que el mundo le de la espalda a sus valores.

Serán por contra estos valores, a saber, la suma de los suyos y los nuestros, lo que nos saque de está crisis.

Para ello sólo necesitamos recurrir a dos cosas, respeto mutuo, y trabajo en común.
Mientras no consigamos ambas, la crisis seguirá arruinando empresas y familias, y los que se aprovecharon de nuestra falta de vigilancia para imponer sus criterios al mundo y llevarnos a todos al huerto seguirán aprovechandose de nuestra desunión.

Y la próxima crisis será peor.

Marcha Zombie de Madrid 2009

Esta tarde, en Madrid, es la Marcha Zombie 2009, según leo en Templo de Hécate.

http://www.marchazombi.es/

A disfrutar terroríficamente.