domingo, 18 de julio de 2010

Sobre la estrategia energética conjunta de Europa

La voluntad del pueblo europeo está perdida en la burocracia que han creado sus dirigentes.

Lo peor no es la existencia de esta burocracia, sino que el funcionamiento de ésta está muy lejos de lo que necesitan sus ciudadanos.

Un ejemplo de ello es la lamentable política exterior de la UE. Otro, la descordinación, si podemos llamar así a la ejemplificación más absoluta que he contemplado nunca del viejo refrán que cada perro se lama su pijo.

Europa tiene buenas ideas, y buenas intenciones, pero ni sabe poner sus políticas en práctica ni tiene la voluntad de imponerse en el mundo.

Un ejemplo de ello es la política sobre el CO2 de los países europeros. Prácticamente la UE es la única potencia que cree que haya que hacer algo para reducir el impactu humano en el cambio climático. O al menos, es la que ejemplifica más los esfuerzos por intentar hacer algo.

Y digo intentar porque como en todo, cada país va por libre, y quien no incumple las normas previamente pactadas hace justo lo contrario.

Una cosa es lo que decimos, y otra muy distinta es lo que hacemos.

Y es una pena, porque de esa aparente voluntad por limitar las emisiones de CO2 podemos encontrar un modelo energético e industrial que ponga a Europa en cabeza de la carrera por el futuro.

Encontrar una política energética que permita una menor dependencia del petróleo, establecer y fortalecer alianzas con los países del norte de África y medio oriente con el fin de crear una red de plantas solares que no sólo beneficie a Europa, crear una industria de componentes para plantas de generación eólica y solar y un sistema formativo de alta calidad en torno a estas fuentes de energía.

Pensadlo bien, biocumpbustibles, energía solar, eólica y maremotriz, biomasa, nuevas redes de distribución y almacenamiento de energía, vehículos eléctricos e híbridos que supongan una revolución positiva en el sector del automóvil...toda una revolución industrial, formativa, estratégica, de servicios y logística espera al mundo.

Y si dejamos que sean los Estados Unidos, China, Japón o cualquier otro país es que tome la delantera, entonces la división europera dejará de ser una molestia para convertirse en nuestra puñetera tumba.

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