domingo, 30 de marzo de 2008

Boicot a los juegos de China

Imagino, hoy domingo, a todos los políticos y burócratas de Bruselas, y a los de nuestros propios países, descansando de su dura semana, mientras se sientan satisfechos en sus sillones, o duermen tranquilos en sus camas contentos del trabajo bien hecho.

Me gustaría que pensasen por un momento en los millones de personas que sufren en Tibet y China por la represión de un gobierno dictatorial (curioso que Cuba tenga tantos enemigos y China tan pocos ¿vedad?), que están recluídos en campos de reeducación o que han sido, simplemente asesinados.

Gente que ha perdido un padre, una hermana o un hijo, por creer en la libertad.

Esa libertad que los países occidentales dicen defender, y que los países en desarrollo desean alcanzar, pero por la que ninguno está dispuesto a luchar si no obtienen beneficios económicos.

Y es que hay mucho dinero en juego, no sólo para China, sino también para las multinacionales que se beneiciarán de la celebración de los juegos.

Hoy, cada aro olímpico representa un eslabón de la cadena que aprisiona no sólo China, sino a los ciduadanos del mundo.

La corrupción política, el egoismo empresarial, el consumismo sin medida, la pérdida de valores solidarios y la destrucción del medio ambiente.

El deporte debería unir el mundo, no ser un símbolo de represión y de lo peor de la Humanidad.

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